En los cálculos preliminares, era un partido "perdible". Como seguramente ellos lo habían tenido en cuenta a la hora de visitarnos hace una ronda.
El gol agónico duele el doble. Pero ni suma ni resta más puntos. Y, bajando decibeles y sacándonos la calentura del momento, es noble reconocer que Atlanta hizo mejor las cosas y que fue un justo ganador.
Las diferencias no fueron tan grandes, como tampoco lo habían sido en el triunfo frente a Estudiantes, pero puntualmente a este partido le quedaban bien dos resultados: el empate o el triunfo local.
Morón no pudo generear siquiera una mínima chance de gol a lo largo de los noventa y pico de minutos que se jugaron anoche en Villa Crespo. Y eso es lo que debe preocupar. Para un equipo puntero y con aspiraciones de campeonato, la fluidez ofensiva es, por lo menos, mezquina o pobre (como frente al "pincha") y nula como anoche.
La inclusión de Akerman en reemplazo de Gerardo quizás quiso buscar más presencia en el área contraria. Pero lo que Otta no interpretó o no tuvo en cuenta, es que su equipo no tenía abastecedores de pelotas para dos goleadores de las características de Damián o Rossi. Morón mostró una mejor imágen al inicio del partido pero nunca llegó superar la línea de los cuatro del fondo rival. Y para colmo, la tempranera salida de Rossi (esguince de rodilla como mínimo), hizo que Deportivo Morón perdiera dos jugadores: uno, el ya mencionado...y el segundo Nicolás Ramírez que dejó su sector más productivo (carril izquierdo) y se perdió definitivamente en la cancha sin encontrar un lugar donde ubicarse. Para colmo Pardo, que reemplazó a Rossi, tuvo una muy mala jornada y, creo sin equivocarme, que sintió notoriamente la salida del equipo titular luego de haber terminado una muy buena primera ronda, inclusive siendo el tercer goleador del equipo.
Después ,la decisión de cambiar a Ferreyra por Broggi o a Nico Martínez por Minici es materia entendible si tomamos en cuenta el especial cuidado que el técnico de Morón tenía sobre las alturas de los jugadores rivales.
Pero a mediados de la segunda etapa, Atlanta ya se había adueñado del partido y comenzaba a llegar
con mayor continuidad al arco de Milton Alvarez.
Reconozcamos que el local tampoco fue un derroche de claridad ni de llegadas, pero en los pies de su número diez Diego García estuvieron los desequilibrios más punzantes y nadie de Morón pareció reparar en ello dejándolo siempre mano a mano con Broggi que debe haber soñado con este muchacho.
Y el local tuvo tres, muy precisas que entre la mala puntería y Milton desbarataron...la cuarta, centro bajo de izquierda a derecha, se pasa Minici y Dorregaray define cruzado para el triunfo bohemio.
No debería ser para alarmarse, pero si para tener en cuenta muchas cosas que quizás pasaron desapercibidas con los resultados favorables anteriores.
Algunos simplistas lo resumirán como una mala noche. Otros volcarán las responsabilidades al árbitro (que fue flojo para ambos). Pero para nosotros fue dejar al descubierto puntos flojos que siempre existieron y que por diversos motivos quedaban disimulados en las euforias resultadistas.
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